“Actualmente
es innegable que una parte considerable… no tienen la plena fe católica en la
Presencia Real”
“Es
un verdadero honor ser fieles a la verdad de Dios y a las tradiciones
espirituales y litúrgicas de nuestros ancestros y de los santos, y ser por
tanto objeto de marginación por parte de los que actualmente ejercen el poder
administrativo en la Iglesia…vosotros sois la verdadera
periferia de la Iglesia”
“no
hay razones de peso para negar a los sacerdotes y fieles de la FSSPX
reconocimiento canónico oficial”
Adelante
la Fe ha tenido la oportunidad de entrevistar a Su Excelencia Mons. Athanasius
Schneider, uno de los Obispos más entregados en la defensa de la verdad
Católica y de la Misa Tradicional. Desde aquí agradecemos a Monseñor su deferencia
con esta web.
Adelante
la Fe: Excmo. Señor, usted
participó, como sacerdote secretario de la Comisión litúrgica de la Conferencia
episcopal de Kazajistán, en el Sínodo de la Eucaristía en 2005. Su intervención
se centró en los recuerdos de su infancia referente a la actitud ante la
Sagrada Comunión, poniendo el ejemplo de dos sacerdotes, el beato y mártir
Alexis Saritski y el padre Janis Pawlowski. ¿Qué recuerdo tiene de la
iglesia de su infancia y de estos sacerdotes?
Mons. Schneider: Del beato Alexis
Saritski tengo el testimonio de mis padres, que lo conocieron personalmente. Mi
madre acostumbraba decirnos que en la vida no había conocido a un sacerdote más
santo que el padre Alexis. Mis padres señalaban con frecuencia sus buenas
cualidades. Era muy afable y comprensivo, pero al mismo tiempo enseñaba sin
transigencias la plena verdad de la ley de Dios. Estaba entregado de lleno a la
salvación de las almas hasta el límite de sus fuerzas físicas (había días en
que no había probado bocado por haber estado confesando sin parar). En sus
homilías, el beato Alexis decía con frecuencia que debemos mantener la pureza
de corazón y la fidelidad a la fe católica. Al P. Janis Pawlowski lo
conocí personalmente. Fue mi párroco en Estonia durante cuatro años. Con él me
confesé por primera vez y recibí la Primera Comunión. Celebraba la Santa Misa
con tanta devoción y reverencia que me dejó una impresión imborrable en el
alma. Irradiaba santidad en todas sus palabras y gestos. Cuando, a los doce
años, sentí la llamada del sacerdocio, me vino de pronto a la memoria el santo
rostro de ese sacerdote. Verdaderamente era un hombre de Dios. Tuve la inmensa
gracia de encontrarme con él en Riga (Letonia) después de no haberlo visto en
veintisiete años. Él ya tenía 86, pero conservaba el mismo semblante
espiritualmente joven y luminoso. Los tres días que pasé con él fueron una
especie de ejercicio espiritual. Me ayudaba a ponerme las vestiduras para la
Misa y me ayudaba durante la celebración con la sencillez y humildad de un
monaguillo.
Adelante la Fe: Excmo.
Señor, en su libro, Dominus est, editado por la Librería Editrice
Vaticana en 2009, reflexiona sobre sus recuerdos de infancia bajo la
persecución comunista, y sobre algunas observaciones históricas-litúrgicas
acerca de la Sagrada Comunión. ¿De
qué forma la Sagrada Comunión en la mano ha debilitado la fe en la presencia
real de Nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía?
Mons. Schneider: Cuando mi familia
salió de la Unión Soviética en 1973 y nos despedimos del P. Janis Pawlowski,
nos hizo esta advertencia: “Cuando lleguen a Alemania, por lo que más quieran,
no vayan a iglesias donde se dé la Sagrada Comunión en la mano”. Estas palabras
nos dejaron helados; no podíamos imaginar que el Divino y más Santo Sacramento
se pudiera recibir de una forma tan frívola. Actualmente es innegable que una
parte considerable de los que reciben la Sagrada Comunión habitualmente en la
mano, sobre todo los más jóvenes, que no han conocido la recepción de la
Eucaristía de rodillas y en la lengua, no tienen la plena fe católica en la
Presencia Real, porque exteriormente tratan a la Hostia consagrada del mismo
modo que la comida de todos los días. El gesto externo minimalista tiene
relación de causa con el debilitar o incluso la pérdida de la fe en la
Presencia Real.
Adelante la Fe: Excmo.
Señor, el 15 de enero de 2012 intervino en el 4º Encuentro por la Unidad
católica en París, con la conferencia titulada: La Nueva evangelización
y la Santa Liturgia. En esta importante conferencia habla usted de las
cinco llagas del Cuerpo místico litúrgico de Cristo: el sacerdote mirando
vuelto a los fieles, la Sagrada Comunión en la mano, las nuevas oraciones del
Ofertorio, la desaparición del latín en las celebraciones litúrgicas y el
ejercicio de los ministerios litúrgicos de lector y acólito por mujeres. ¿Cómo se han producido estas llagas? Y para que
estas llagas sanaran y desaparecieran, ¿qué sería necesario en la Iglesia?
Mons. Schneider: Ninguna de esas
heridas lítúrgicas puede encontrar apoyo, ni remotamente, en Sacrosanctum
Concilium, la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la
Sagrada Liturgia. Se han introducido conforme a un plan concreto trazado por un
reducido grupo de liturgistas que, fatalmente, ocupaban posiciones clave en la
Curia romana durante el inmediato postconcilio. Con astucia y haciendo trampa,
presentaron en algunos casos transformaciones radicales (excepto la práctica de
comulgar en la mano) como si fueran la voluntad del Papa , y en otros como si
fueran una decisión unánime de la Comisión de Reforma Litúrgica. Esas
manipulaciones están documentadas, por ejemplo, en el libro del cardenal
Fernando Antonelli The Development of the Liturgical Reform y
en las memorias de Louis Bouyer. Ambos autores fueron miembros de la Comisión
de Liturgia postconciliar, y son por tanto testigos de vista y de oídas de las
mencionadas manipulaciones. Por alguna razón misteriosa, Dios ha permitido que
las buenas intenciones de los padres del Concilio Vaticano II cayeran en manos
de ideólogos litúrgicos impíos y revolucionarios. Pusieron la sagrada liturgia
de la Santa Iglesia Romana en estado de cautiverio, en una especie de exilio de
Aviñón. Para sanar estas llagas habría que tomar las siguientes medidas:
1) Estudiar a fondo la historia de la liturgia en lo que se refiere a las cinco
llagas litúrgicas mencionadas. Ese estudio obligaría a reconocer con honestidad
científica que las prácticas litúrgicas en cuestión jamás se dieron en la
Iglesia universal; suponen una ruptura radical con la ley perenne de la oración
(lex orandi), y por consiguiente una ruptura con la tradición
apostólica. 2) Estudiar detenidamente el texto de Sacrosanctum
Concilium y en particular de las actas de los debates conciliares sobre
este tema a fin de conocer la verdadera intención de los padres conciliares (la mens patrum), teniendo en cuenta que la encíclica Mediator Dei debía ser la principal clave hermenéutica de Sacrosanctum Concilium. 3) Evitar en lo posible ciertas
prácticas litúrgicas como recibir la comunión en la mano, celebrar de cara a
los fieles, celebrar toda la liturgia en lengua vernácula y el empleo de
mujeres y niñas como lectores y acolitos en la misa. Ninguna de estas prácticas
es obligatoria. Sí lo son las oraciones del ofertorio moderno. 4) Pedir a
la Santa Sede que promulgue un documento que garantice al celebrante la
libertad para elegir entre el ofertorio moderno y el tradicional al celebrar la
Santa Misa en la forma ordinaria; el mismo documento podría fomentar la
celebración ad Dominum o ad
orientem y desaconsejar y limitar la
recepción de la comunión en la mano. 5) Instruir mediante catequesis y homilías
en el misterio inefable y divino de la Sagrada Eucaristía, en la teología
perenne e inmutable de la sagrada liturgia católica, y en el significado espiritual
de los detalles de los ritos. 6) Organizar conferencias y charlas
litúrgico-científicas para seminaristas, clero y seglares a fin de enseñar los
principios litúrgicos perennes y el carácter orgánico de la sagrada liturgia,
así como para desbaratar los mitos litúrgicos modernos. 7) Difundir la
celebración de la liturgia según la forma antigua y las enseñanzas del motu
proprio Summorum Pontificum del S. S.
Benedicto XVI.
Adelante la Fe: Excmo.
Señor, en 2014 la Librería Editrice Vaticana vuelve a publicar un nuevo libro
suyo: CORPUS CHRISTI. La Santa Comunione e il rinnovamento della Chiesa.
Aquí vuelve a tomar con más profundidad el tema de la Sagrada Comunión.
Concluye con una reflexión digna de tomar en consideración: la opción
preferencial por el más pobre, el más inerme, Nuestro Señor Jesucristo en las
especies eucarísticas. Ahora
que tanto se habla de la opción por los pobres, los débiles, ¿por qué no caemos
en la cuenta de la presencia del Pobre entre los pobres en la Sagrada
Eucaristía? ¿Hasta qué punto podemos hablar de mentalidad protestante dentro de
la Iglesia católica?
Mons. Schneider: Que Cristo, bajo
las especies eucarísticas, haya llegado a ser hoy en día el más débil,
vulnerable, indefenso y deshonrado en la Iglesia es un claro y lamentable
síntoma de hasta qué punto se han deteriorado el amor y la fe plena en la
Eucaristía y la Encarnación. Ciertamente, la esencia del protestantismo
consiste en rechazar la plena verdad de la Encarnación con todas sus
consecuencias: la visibilidad de la Iglesia, la vida de sacramentos, la
realidad y grandeza de la Presencia Eucarística, las características
encarnativas de la liturgia. La crisis actual de la Iglesia se manifiesta
principalmente en estas dos actitudes: una espiritualidad gnóstica y un naturalismo
horizontal, cuya raíz está en el antropocentrismo, el cual por su parte es un
rasgo típico del protestantismo.
Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿cree usted que la Iglesia
anterior al Concilio Vaticano II, era una Iglesia aislada de la realidad del
mundo, llena de privilegios y encerrada en sí misma? ¿Fue acaso el Concilio
Vaticano II un Concilio para una nueva Iglesia distinta de la recibida de la
tradición?
Mons. Schneider: La época anterior
al Concilio Vatican II, en particular después del Concilio del Trento, se
caracterizó por una actividad misionera asombrosamente viva y dinámica, que se
podría comparar en cierta medida por sus efectos con la época posterior a
Pentecostés. Pensemos, por ejemplo, en la labor misionera de San Francisco
Javier, sobre todo en la orden jesuita en su conjunto, la admirable obra
misionera de diversas Congregaciones Religiosas en África y Asia durante los
siglos XIX y XX. Por medio de su labor misionera, la Iglesia contribuyó
decisivamente además a elevar el nivel cultural, científico y sociosanitario de
muchas naciones. Antes del Concilio Vaticano II, el aporte realizado a las
ciencias naturales a través de sacerdotes, por ejemplo Gregor Mendel en el
campo de la genética y George Lemaitre en el de la astronomía y la física.
Sacerdotes misioneros católicos escribieron las primeras gramáticas y
confeccionaron los primeros alfabetos de los idiomas nativos de América, África
y Asia. Asimismo, la contribución de la Iglesia fue decisiva para la abolición
de la esclavitud (desde Paulo III y por Las Casas en el siglo XVI hasta León
XIII y la princesa católica Isabel de Brasil en el siglo XIX). Con la encíclica Rerum novarum, León XIII estableció unas pautas universalmente
reconocidas para el tratamiento justo de los trabajadores. En consecuencia, la
Iglesia anterior al Concilio Vaticano II no estaba cerrada en sí misma ni
aislada del mundo real. Ni S.S. Juan XXIII ni la inmensa mayoría de los padres
del Concilio tenían por objetivo crear una Iglesia diferente. Todos los
documentos emitidos por Juan XXIII, los documentos preparatorios del
Concilio (schemata) y las actas del propio Concilio lo
demuestran con creces. La verdadera relación de la Iglesia con el mundo real o
la sociedad temporal siempre ha tenido lugar conforme al principio teológico gratia
supponit naturam, es decir, la gracia (la Iglesia) presupone la
naturaleza (el mundo), y lo purifica, eleva y perfecciona. Si la Iglesia deja
de influir, o no lo hace en medida suficiente, en el mundo y sus realidades
mediante los dones sobrenaturales (la gracia, la luz de la verdad divina) y por
el contrario se ocupa principalmente de asuntos naturales y realidades
temporales (v.g. justicia social, ecología), entonces se cierra en sí misma y
priva al mundo de la dimensión eterna, del cielo. Que la actividad principal de
buena parte de la estructura oficial de la Iglesia Católica (asociaciones,
comisiones, etc.) se aísle de lo sobrenatural, del Cielo, para sumergirse en lo
temporal y horizontal, es el problema central de la crisis de la Iglesia.
Adelante
la Fe: Excmo. Señor, ¿cómo valora el Motu Proprio Summorum
Pontificum de S.S. Benedicto XVI? ¿Por qué cree que su aplicación está tan
obstaculizada?
Mons.
Schneider: El motu proprio Summorum Pontificum es un acto del Magisterio Supremo que reviste
unas dimensiones históricas. Era imprescindible. Corresponde a la naturaleza
misma de la Iglesia transmitir íntegramente y sin fisuras a las
generaciones venideras los tesoros de la fe (lex credendi) y de la liturgia (lex orandi). Una ruptura evidente en la expresión pública
de la fe y la liturgia contradice la organicidad de la naturaleza eclesial,
porque la Iglesia es un organismo (Cuerpo de Cristo, vid, huerto de Dios) vivo, no una máquina. Los obstáculos interpuestos a la puesta en práctica
de Summorum
Pontificum tienen su raíz en que un sector considerable del clero no se
lleva bien con el principio de tradición orgánica y manifiesta un espíritu
rupturista hacia el legado litúrgico de la Iglesia. Y otro motivo de la
resistencia y aversión a Summorum Pontificum es la falta de
autocrítica con relación a algunos defectos obvios de las reformas litúrgicas
postconciliares.
Adelante
la Fe: Excmo. Señor, ¿puede
transmitirnos sus sentimientos cuando oficia el Santo Sacrificio de la Misa
según la Forma extraordinaria?
Mons.
Schneider: Cuando oficio el Santo Sacrificio de la Misa en su Forma Extraordinaria
o, para decirlo con más precisión, en la Forma Tradicional, tengo una
conciencia saludable y beneficiosa de que no soy amo y señor de los sagrados
ritos, sino un servidor que cumple la voluntad y los mandamientos de la
Iglesia, de la Esposa de Cristo, rezando con las fórmulas y acciones que lo han
hecho generaciones de católicos durante más de un milenio. Soy consciente de
que aun en los más mínimos detalles estoy realizando algo que no es puramente
humano y temporal, sino eterno y celestial. De que estoy celebrando el supremo
acto de adoración a la inefable majestad del Dios Trino, que con su
misericordia nos colma de gracia redentora.
Adelante la Fe: Excmo. Señor, ¿qué factores han propiciado que
estemos inmersos en la actualidad en una crisis de fe, cuestionándose aspectos
que jamás se pensó que se pudieran cuestionar por la propia jerarquía de la
Iglesia? ¿Está en crisis la propia identidad católica?
Las raíces más hondas de la
crisis de fe están en el antropocentrismo y el naturalismo, que se manifiestan
en la actitud de ver y juzgar la verdad de la revelación y el culto divinos
mediante criterios predominantemente racionalistas y totalmente humanistas y
tomando como referencia la mudable historia del hombre. Una actitud así
desemboca en el relativismo dogmático, moral y litúrgico, y a la larga a una
grave deficiencia de fe que raya en la apostasía y el paganismo.
Las palabras de nuestro Divino
Salvador se refieren en primer lugar a todos los discípulos de Cristo, y de
manera especial a la actual crisis de la Iglesia: “Cuando venga el Hijo del
Hombre, ¿encontrará fe en la tierra?” (S. Lucas 18,8).
Adelante
la Fe: Excmo. Señor, ¿podría decir
unas palabras de aliento a los sacerdotes, que fieles a la tradición de la Iglesia,
están aislados y relegados en sus diócesis sin que se les de templos para
oficiar la Santa Misa en su Forma extraordinaria, así como a los fieles que se
les priva de la Santa Misa tradicional?
Mons.
Schneider: A esos sacerdotes, seminaristas, jóvenes y familias me gustaría
decirles: “Es un verdadero honor ser fieles a la verdad de Dios y a las
tradiciones espirituales y litúrgicas de nuestros ancestros y de los santos, y
ser por tanto objeto de marginación por parte de los que actualmente ejercen el
poder administrativo en la Iglesia. Esta fidelidad y ánimo vuestro constituye
el verdadero poder de la Iglesia. Vosotros sois la verdadera periferia de la
Iglesia, que mediante el poder de Dios renueva a la Iglesia. Vivir la verdadera
tradición del dogma, la liturgia y la santidad es una manifestación de la
democracia de los Santos, porque la tradición es la democracia de los
Santos. Me gustaría decir con San Atanasio: Quienes se os oponen, os humillan y
marginan en la Iglesia han ocupado los templos, mientras que vosotros estáis
fuera. Ellos tienen ciertamente los templos, pero vosotros la fe de los
apóstoles. Ellos afirman representar a la Iglesia; pero en realidad son los que
se han expulsado de ella y están descarriados”.
Adelante
la Fe: Excmo Señor. Recientemente ha visitado los Seminarios de la
Fraternidad San Pío X en Estados Unidos y Francia (FSSPX-SSPX). Sabemos
que es un encuentro “discreto”, pero ¿qué valoración puede darnos de lo que ha
visto y hablado con ellos? ¿qué expectativas ve de una próxima reconciliación y
cual sería el principal obstáculo para la misma?
Mons.
Schneider: La Santa Sede me pidió que visitara los dos seminarios de la SSPX con el
objeto de sostener un debate sobre un tema teológico concreto con un grupo de
teólogos de dicha hermandad y con Su Excelencia el obispo Fellay. Esto me
demuestra que para la Santa Sede la SSPX no es una realidad eclesiástica
desdeñable, que es preciso tomarla en serio. Guardo muy buena impresión de mis
visitas. Pude observar una sana realidad teológica, espiritual y humana en
ambos seminarios. El espíritu de sentire cum ecclesia de
la SSPX quedó manifiesto cuando me recibieron como enviado de la Santa Sede con
verdadero respeto y mucha cordialidad. Es más, en ambos seminarios me alegró
ver a la entrada la foto del papa Francisco, el Pontífice actualmente reinante.
En las sacristías había placas con nombre de S.S. Francisco y del ordinario de
la diócesis. Me conmovió el canto del rezo tradicional por el Papa (“Oremus pro
pontifice nostro Francisco…”) durante la solemne exposición del Santísimo
Sacramento. Que yo sepa, no hay razones de peso para negar a los sacerdotes y
fieles de la SSPX reconocimiento canónico oficial, sino que se los
debe aceptar como son entretanto. Eso fue en realidad lo que solicitó el
arzobispo Lefebvre a la Santa Sede: “Que nos acepten como somos”. A mí me
parece que la cuestión del Concilio Vaticano II no se debe considerar
condición sine qua non, ya que se trató de
una asamblea con fines y características primariamente pastorales. Parte de las
declaraciones conciliares refleja únicamente las circunstancias del momento y
tuvo un valor temporal, como suele pasar con los documentos disciplinares y
pastorales. Si nos fijamos en la perspectiva de los dos milenios de la historia
de la Iglesia, podemos afirmar que por ambas partes (La Santa Sede y la SSPX)
hay una sobrevaloración y sobreestimación de una realidad pastoral de la
Iglesia que es el Concilio Vaticano II. El hecho de que la SSPX crea, celebre
los ritos y lleve una vida moral como exigía y reconocía el Magisterio Supremo
y como observó universalmente la Iglesia durante siglos, y si además reconoce
la legitimidad del Papa y de los obispos diocesanos y rece públicamente por
ellos, reconociendo también la validez de los sacramentos según la editio
typica de los nuevos libros litúrgicos, debería bastar para reconocer
canónicamente a la SSPX por parte de la Santa Sede. De lo contrario perderá
obviamente credibilidad la tan manida apertura pastoral y ecuménica de la
Iglesia de hoy, y un día la historia reprochará a las autoridades eclesiásticas
actuales por haber impuesto más cargas que las necesarias (cf. Hechos 15:28),
lo cual es contrario al método pastoral de los apóstoles.
[ Traducido por J.E.F. Traducción revisada y aprobada por Mons.
Schneider]
[puede reproducirse total o
parcialmente esta entrevista citando siempre la fuente original de adelantelafe.com]
COMENTARIOS :
COMENTARIOS :
“Que nos acepten como somos” eso lo dicen por poner unos ejemplos:
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X.
La Unión Sacerdotal Marcel Lefebvre.
Los de “Somos Iglesia”.
Las asociaciones -colectivos, se dice ahora- de presbíteros católicos casados con señoras.
Las asociaciones -colectivos- de presbíteros católicos casados con señores.
Los presbíteros católicos pederastas -bueno, por el momento no se atreven a manifestarlo pero todo se andará-.
Las feministas y radicales monjas estadounidenses.
Los cientos de presbíteros y “teólogos” herejes.
Las llamadas “iglesias de base”, de altura y de bajura.
Y ya por último: Satanás también quiere que se le acepten como es.
¡SEÑOR, LO QUE NOS TIENES QUE AGUANTAR…!
Sí, nosotros somos una parte de esa periferia de la que tanto se habla últimamente. Esa periferia que no se quiere ver, con la cual no se quiere dialogar… También la FSSPX es periferia. Una periferia que reza por el Papa reinante (doy fe de ello tal como mons. Schneider ha dicho) con el canto del rezo tradicional por el Papa (“Oremus pro pontifice nostro Francisco…”) durante la solemne exposición del Santísimo Sacramento. Dios bendiga a este dignísimo servidor de Cristo!
Para los que critican de cobardes a los sacerdotes, cardenales, obispos, que nos se rebelan, les pregunto, ustedes (porque todos somos iglesia) en su parroquia han denunciado, han hablado con sus familias, amigos, o con los miembros de los grupos de su parroquia para denunciar lo que esta pasando?, o estamos escondidos atrás de un monitor?
BRAVO Mons. Athanasius Schneider, estaré en oración por usted y por todos los que defienden la verdadera iglesia Catolica
¿Disculpe, Mons. Schneider, Ud es o se hace? Esto podrá ser o parecer muy duro pero sus expresiones también lo son!!
Con dos cojones, así hablaba Jesús, que no era diplomatico, todo lo contrario… es que ya no se puede fiar uno de nadie, cómo diría mi abuela qepd. Le felicito Juan Manuel.
Un cordial saludo en Cristo Rey.
Con tantas “facilidades”, con músicas durante la celebración de la Santa Misa impropias de un lugar Sagrado ¿se ha conseguido algo positivo? ¿por ejemplo, fomentar la fe entre la juventud y que esta participe en las celebraciones Eucarísticas?, NO, nuestras Iglesias los días festivos están vacías de personas jóvenes. Con tristeza pude comprobar hace relativamente poco tiempo como en Alemania, concretamente en Munich, un domingo de julio por la mañana la Iglesia estaba llena y con muchísimas personas jóvenes, el silencio era sepulcral solamente interrumpido por el rito de la liturgia, la vestimenta y compostura de los asistentes correcta y para mas sorpresa en cuanto empieza la Misa no dejan entrar a nadie hay una persona en la puerta que te lo impide. Y la tarde anterior en la preciosa (en español) Plaza de María, un sacerdote y bastantes fieles rezando con mucho recogimiento y devoción el Santo Rosario.
Mis felicitaciones a Monseñor Schneider, soy una ferviente admiradora suya y hacen falta muchos prelados y sacerdotes como él, porque como decía nuestro Señor Jesucristo: “la mies es mucha, pero los obreros son pocos” así que recemos sin desfallecer al Dueño de la mies.